Llegó a un acuerdo con la Junta de Gobierno de entregar a cambio del uso de terrenos fiscales los juegos para tres plazas que todavía no fueron inauguradas. Ahora la línea de alumbrado público quedó en medio del parque privado del legislador.La construcción es pretenciosa y con el estilo de un nuevo rico: tiene pileta de natación, mucho parque y más verde, un solarium y atrás, al fondo, se amplía con glotonería. Al frente, en el portón de dos cuerpos hecho de hierro forjado, se destacan tres letras puestas en un sitio relevante: “JAA”. Las iniciales del dueño de casa.


La propiedad, ubicada en la localidad de Sauce Montrull, a 20 kilómetros de Paraná, sobre la ruta nacional Nº 12, pertenece al diputado provincial justicialista José Ángel Allende, a la vez titular de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). No es la única celebridad del firmamento político que ha puesto sus reales en ese sitio. Antes tuvo su quinta allí el radical Miguel Rettore, y ahora un recién llegado despierta no pocas miradas de sorpresa entre los lugareños: el dirigente del sindicato de los municipales, Hugo Vásquez, que también adquirió su casa de fin de semana.


Pero la quinta que más llama la atención es la de Allende. Al fondo, la propiedad del legislador muestra una ampliación reciente, que se extiende más allá de los límites permitidos. Con la venia de las autoridades de la Junta de Gobierno de Sauce Montrull, construyó una gran tapia que protege de miradas fisgonas el parque de la quinta, que se asienta sobre terrenos públicos.


La calle Epifanio Martínez, cuya traza va en forma paralela a la ruta, debe hacer un rodeo cuando se topa con los fondos de la quinta de Allende, en cuyo interior quedó ahora no sólo la línea de alumbrado público sino también la red de agua potable debido a la ampliación de la propiedad que avanzó sobre terrenos fiscales. Es una paredón de 15 por 30 metros que cubre un parquecito primoroso, verdísimo. En terreno ajeno.


María Inés Meroi, presidente de la Junta de Gobierno de Sauce Montrull, dice que la ocupación de la calle por parte del diputado, está amparada por un convenio de partes que se firmó en 2006.


“Mientras no se ocupe como calle, y ya que no podemos mantener eso, hicimos un arreglo, y él propuso darnos los juegos infantiles para las dos plazas y una plazoleta que vamos a hacer en Sauce Montrull. Ya los tenemos, están guardados en un galpón. Creo que gastó alrededor de 17 mil pesos en la compra de esos juegos. El arreglo es que lo va a usar y lo va a tener cercado mientras no se use la calle. Incluso, no hay un límite de tiempo. Si dentro de 30 años se ocupa la calle, chau paredón”, dice María Inés, sentada en su escritorio de un local que es a la vez vivienda particular y oficina de correos.


Las plazas, claro, todavía no están construidas. En agosto, para el Día del Niño, probablemente aparezcan. “Es verdad, la plaza no está. La estamos armando. Políticamente pude usar lo de las plazoletas para ganar las elecciones de marzo (NdelR: Meroi, justicialista, perdió en Sauce Montrull frente al radicalismo). Pero acá la división del justicialismo fue fea, y tuve miedo de que rompieran los juegos como parte de la disputa partidaria. Ahora, la idea es inaugurar todas las plazas para el Día del Niño. Con una gran fiesta”, dice la funcionaria.


Buen inversor


La actual presidenta de la Junta de Gobierno de Sauce Montrull desciende de una familia con linaje en la zona. Es hija de Arturo Antonio Meroi, primer presidente de Junta de Gobierno de la provincia, en los primeros 70, en la época del gobernador Cresto.


El lugar debe su nombre a un hacendado de la zona de apellido Montrull que adquirió un peculiar renombre por permitir el paso por la zona de las tropillas sólo mediante el pago de peaje. Hoy el poblado tiene un perfil propio, elegido por muchos como lugar de descanso. Cuenta con una población de 1.100 habitantes, aunque tiene la categoría de segunda, y por eso la remesa de fondos que reciben mes a mes apenas llega a los 4.000 pesos. “Con eso no podemos hacer mucho”, se lamenta la presidenta.


Quizá por eso debe apelar a acuerdos peculiares para urbanizar el pueblo, como el que rubricó con el diputado y así poder contar con espacios verdes, de los cuales hoy carece Sauce Montrull.


Meroi dice que el diputado Allende actuó con espíritu de buen ciudadano, que amplió su quinta para resguardar los bienes públicos. “Nosotros ahí teníamos un gravísimo problema, porque se juntaban roedores, el alumbrado público vivía roto, porque lo rompían, y había problemas de inseguridad. Entonces, el diputado propuso mantener eso, pero dijo que necesitaba cerrar, entonces acordamos hacer un convenio. Mientras no se utilice como calle, se acordó que él lo cerque”, señaló.


Los detalles se han visto demorados, sin embargo. Todavía por dentro de la quinta de Allende pasa la línea de alumbrado público y la red de agua potable. Pero Meroi dice que no se violentó ninguna norma en la cesión de terrenos públicos para uso privado. “Pedimos informes a Catastro, para ver si se podía hacer, para no tener problemas. Soy enemiga de los usurpaciones, que hay muchas en la zona”, afirmó.


Fuente: El Diario