El Consejo de Educación se apoya en una resolución dictada en 2013 que apunta a resguardar las trayectorias escolares de los alumnos. En la visión de Marcela Mangeón, vocal del CGE, “poner un 1 equivale a sostener que el estudiante no aprendió nada. Y en realidad, los chicos aprenden, aunque no aprenden todo”.

Ni 0, ni 1, ni 2, ni 3. La nota más baja que se puede poner a los alumnos en Entre Ríos es 4.

De ese modo, Entre Ríos mantiene su tesitura de prohibición de los aplazos, medida que no rige en la provincia de Buenos Aires, donde la gobernadora María Eugenia Vidal decidió reinstaurarlos.

“De lo que se trata es de cuidar las trayectorias escolares de los chicos. Los aplazos no cuentan como procesos de aprendizaje”, dice Marcela Mangeón, vocal del Consejo General de Educación.

De ese modo, la provincia sigue a pie juntillas los lineamientos que instauró en 2012 el Consejo Federal de Cultura y Educación, que reúne a los titulares de las carteras educativas de todo el país, cuando dictó la resolución Nº 174 que fijó las “Pautas federales para el mejoramiento de la enseñanza y el aprendizaje y las trayectorias escolares, en el nivel inicial, nivel primario y modalidades, y su regulación”.

Marco Legal. Esa resolución del Consejo Federal de Cultura y Educación planteó que “la desigualdad social se expresa de manera negativa en el sistema educativo: las trayectorias escolares de los estudiantes, en general las de los sectores más necesitados, se ven reiteradamente obstaculizadas por ingresos tardíos, abandonos transitorios y permanentes y múltiples repitencias.”

Una trayectoria escolar hipotética plantea que el ingreso al sistema escolar se da a los cinco años, en el nivel inicial; sigue la aprobación año a año de los seis grados del nivel primario; continúa con la aprobación año a año de los 6 años del nivel secundario –o siete años en las técnicas y aerotécnicas–; y el egreso del tramo obligatorio luego de 13 años de escolaridad, con lo cual entre los 17 o 18 años un adolescentes tendría en su mano su título secundario.

Sin embargo, en la práctica no se da así: repitencia, sobreedad, abandono temporario, ausentismo son algunos de los condicionantes que desarman esa trayectoria escolar ideal. Incluso, muchos alumnos de las secundaria diurnas, por diferentes motivos, se trasladan hacia las escuelas nocturnas, y engrosan su matrícula.

La provincia instrumentó la veda de los aplazos a través de la resolución Nº 1.550 del año 2013. Los lineamientos de esa norma, que instó a las escuelas a reorganizar su trabajo pedagógico “que renueven la convicción que todos los chicos pueden aprender si se modifican, cuando es necesario, las condiciones de enseñanza, entre ellas, ganar mayor continuidad pedagógica y ofrecer una diversidad de estrategias de enseñanza”.

En el aula. Mangeón dice que la veda de los aplazos se relaciona con la necesidad de “cuidar las trayectorias” escolares de los alumnos. Dice que así lo fijó el Consejo Federal de Cultura y Educación, y a esa normativa se adhirió Entre Ríos.

“Nosotros seguimos en el mismo proceso. Validamos el contenido de la resolución 174, porque el Consejo Federal de Educación no ha dicho lo opuesto. Y acá en Entre Ríos refrendamos esa directiva con el dictado de la resolución Nº 1.550 en 2013. En realidad, nunca tuvieron entidad los aplazos”, dice la vocal del CGE.

Mangeón observa que de ese modo se “cuida la trayectoria”, porque, agrega, “no es lo mismo poner un 1 que poner un 4, y sin embargo en ambas situaciones el alumnos no aprueba. Pero lo que decimos es que hay que tener mucho cuidado de poner un 1, un 2 o un 3, porque se juegan otras expectativas con los alumnos. Con un 4 sabes que estás en dificultades; los padres también lo saben, saben lo que hay que marcar hacia delante, y pone la necesidad de aprender los contenidos. Y que se puede conseguir. En cambio, poner un 1 es algo irremontable”.

En la visión de la funcionaria del CGE, calificar a un alumno con un 1 equivale a decir “que no aprendió nada. Y en realidad, los chicos aprenden, aunque no aprenden todo. O fallan en la retención de contenidos memorísticos, y eso deriva en esa calificación. Y eso es precisamente lo que no se quiere. El 0 desapareció, porque ahora hay nuevos paradigmas en los procesos de enseñanza y aprendizaje –sostiene Mangeón–. Los procesos de enseñanza son diferentes. Nadie puede decir que que un chico no aprende. Decimos que todos pueden aprender, todos pueden enseñar. No es que uno retrocede en la escuela”.

Articulación

El documento sobre el que trabaja el CGE asegura que “la priorización de saberes no pierda de vista el sentido integral de formación planteado y evite reducirse al mero recorte cuantitativo de contenidos, es preciso que la redefinición pedagógica se aborde desde el trabajo colectivo y articulado con el objetivo de redefinir reflexivamente lo planificado por los equipos docentes”. Y pondera la utilización de otros recursos de aprendizaje mientras la escuela esté cerrada, como cuadernillos de actividades, videos y contenidos digitales, “que posibilitan incursionar a los estudiantes en distintas áreas del conocimiento”. “El sentido de los esfuerzos está siempre puesto en la continuidad de las trayectorias educativas en cuanto comprometen a las familias junto con la escuela y a las articulaciones entre niveles; como también de las trayectorias escolares, toda vez que se atienden de manera particular los procesos de aprendizaje dentro de cada nivel educativo, sean de gestión pública o privada”, puntualiza el documento.

Cómo recuperar días luego de una emergencia

 El Consejo General de Educación (CGE) pondrá en vigencia hoy un “Documento de recomendaciones pedagógicas” para que las escuelas pongan en práctica frente a situaciones de emergencia –una inundación, un brote epidémico—que supongan la interrupción del dictado de clases.

 La idea es que se trate de un plan de contingencia que quede vigente frente a cualquier eventualidad que afecte la actividad normal en las escuelas. “No siempre los procesos en el aula son los únicos. Un cambio de actividades puede ser más significativo para el chico. Lo que hay que hacer es validar eso –dice Marcela Mangeón, vocal del CGE–. Siempre lo importante es que el alumno esté en la escuela. Dentro de lo acordado. Pero cuando eso no ocurre por distintas razones, los aprendizajes se tienen que dar igual”.

“El Consejo General de Educación, ante las discontinuidades pedagógicas y/o institucionales producidas por diferentes factores naturales y sociales, y con el objeto de acompañar a los actores educativos en los procesos ya iniciados por las escuelas, elabora este material para todas las escuelas de la provincia -sean de gestión pública o privada- que intenta ser un compendio de criterios y recomendaciones pedagógicas, orientado a atender los procesos escolares, abordando las discontinuidades que se producen en el sistema educativo y afectan las trayectorias escolares”, dice el texto del documento.

 Y agrega, a modo de recomendación: “Con la intencionalidad de acompañarlos en los esfuerzos y procesos pedagógicos que cada comunidad viene desarrollando, los invitamos a revisar los proyectos institucionales en relación a la construcción de estrategias metodológicas, a la organización de los recursos didácticos, a los criterios e instrumentos de evaluación, entre otros aspectos”.

“El criterio para definir qué es una prioridad pedagógica refiere a la significatividad de los saberes curriculares en cuanto a que son conocimientos que nos remiten a lo que es común para todos porque es parte del patrimonio cultural, social y educativo que durante el proceso de transformación y definición curricular se ha acordado que la escuela transmita”, indica.

Fuente: El Diario.