El robo se cometió en la escribanía Canga-Gassmann, en la que irrumpieron ladrones en septiembre de 2015. La abogada Adriana Estefanía Cóceres, aceptará la “suspensión del juicio a prueba (probation)”, por tres años.

La abogada fue imputada “como partícipe necesario” al haber brindado detalles del lugar donde estaba almacenada una cifra millonaria.

Según se conoció este jueves, la letrada Adriana Estefanía Cóceres, de 29 años, aceptará la “suspensión del juicio a prueba (probation)”, por tres años, por haber incurrido en el delito de partícipe necesario en el cuantioso robo del 2 de septiembre de 2015, en la escribanía que figura bajo la razón social de Canga Gassman, en la localidad de Crespo.

Cóceres fue detenido en 2016, en el barrio Aatra. En un principio, y en el marco de la causa, cumplió prisión domiciliaria en la casa de su padre, aunque la medida le fue revocada: Actualmente se encuentra trabajando en un estudio jurídico de Santa Fe.

El hecho

Uno de los tres hombres (que ya fueron juzgados) habría mantenido en la época en que se produjo el hecho, una relación de pareja con la abogada, la que si bien no era socia del bufette, habría tenido acceso a información que, aparentemente – – habría llegado a trascender a través del contacto que ella mantenía en su vida privada con otro de los involucrados en esta causa.

Según comentaban en Crespo, sus padres hicieron un esfuerzo sobrehumano para costearle los estudios, hasta que se recibió y logró la inclusión en un estudio notarial.

Los otros involucrados en el hecho fueron Juan Belloni, Enrique Alberto Osuna, a quien se lo sindicaba como posible apoyo logístico en el hecho, y Leonardo Garcilazo, un empleado municipal paranaense que se entregó en Tribunales unos días después que se ordenara su localización.

La denuncia del robo la efectuó ese mismo día 2, el doctor Maximiliano Canga, dando cuenta en sus declaraciones que los delincuentes ingresaron al edificio dando clara pauta de que conocían los lugares franqueables y procedieron a cortar la caja fuerte con herramientas específicas, demostrando que no eran improvisados, sino que sabían lo que hacían.

Si bien no hicieron trascender el monto de lo robado, siempre se estimó que se trataría de una suma millonaria.

Fuente: Once.